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Los locales lo llaman «El camino a ninguna parte», pero su nombre oficial es Lakeview Drive. Es un tramo pintoresco de casi diez kilómetros, con vista al lago Fontana en el Parque Nacional de las Grandes Montañas Humeantes, cerca de Bryson City, Carolina del Norte. Tras pasar un túnel de 360 metros de largo excavado en un lado de la montaña, el camino se detiene abruptamente. El gobierno gastó millones de dólares hasta que, por problemas ambientales descubiertos más tarde, el proyecto se abandonó.

Grandioso y a la vez compasivo

¿Cómo puede ser que a Dios le importen todas estas personas? Este pensamiento me golpeó al bajar de una concurrida plataforma de tren en una ciudad abarrotada, a miles de kilómetros de casa. Era un adolescente que viajaba al extranjero por primera vez, y me abrumó el tamaño del mundo que me rodeaba. Me sentía pequeño y me preguntaba cómo Dios podía amar a tantas personas.

Depender de Dios

«¡Ay, qué seria estás!», le dije a mi nieta Leilani, de diez semanas. Estudiaba mi rostro con el ceño fruncido mientras le hablaba. «Yo también estaría serio —continué—, al observar este mundo. Pero ¿sabes? Mamá te quiere, Papá te quiere, y Baba y Papa [nuestros apodos como abuelos] también te quieren. ¡Pero lo mejor de todo es que Jesús te ama!».

Siempre fiel

El incendio forestal más desastroso en la historia de Estados Unidos fue el de Peshtigo, en Wisconsin. Ocurrió la misma noche que el más conocido, en Chicago, pero cobró varios cientos de vidas más. Peshtigo, una ciudad floreciente con edificios de madera y parte de la industria maderera, se consumió en una hora con el infierno que avivaron las ráfagas de viento.

Amar mediante la oración

«No sé dónde estaría hoy si mi mamá no hubiese orado por mí. Creo que ni siquiera estaría vivo», comentó mi amigo Rahim, un exadicto que había estado preso por distribución de drogas. Un día, mientras tomábamos café, compartió sobre el cambio que habían producido en su vida las oraciones de su madre. «Aunque la había dxecepcionado terriblemente, seguía amándome con sus oraciones. Estaba metido en muchos problemas, pero si ella no hubiese orado por mí, sé que habría sido peor».

Nuestro considerado Dios

«¿Quieres ver mi cicatriz?». Mi amigo Bill había estado cuadripléjico después de caer de una escalera hacía años, y ahora estaba hospitalizado por una infección grave de una cirugía. Mientras hablábamos del nuevo desafío, levantó la manta y me mostró la larga incisión para tratar su infección. «¿Te duele?», pregunté. «No siento nada», dijo.

La mayor sorpresa de amor

En la película de drama fantástico y deportes El campo de los sueños, el personaje, Ray Kinsella, tiene un encuentro con su padre fallecido, pero cuando este era joven y deportista. Al verlo por primera vez, Ray le comenta a su esposa Annie: «Solo lo vi años después, desgastado por la vida. Míralo… ¿qué le digo?». La escena genera una pregunta: ¿Cómo sería ver a un ser amado —pero ahora ya muerto— nuevamente vital y fuerte?

Dios del nuevo comienzo

«¡El mercader de la muerte está muerto!». Este era el título de un obituario que tal vez hizo que Alfred Nobel, el inventor de la dinamita, corrigiera el curso de su vida. Pero el periódico cometió un error: Alfred estaba bien vivo. El que había muerto era su hermano Ludvig. Cuando Alfred se dio cuenta de que sería recordado por un invento peligroso que se llevó muchas vidas, decidió donar la mayor parte de su abundante riqueza para establecer un premio para los que habían beneficiado a la humanidad. Se lo conoce como el Premio Nobel.

Los tesoros de nuestro Padre

Es solo una vieja navaja de bolsillo, desgastada por el tiempo, pero era uno de los tesoros de mi padre. Un día me la dio y me dijo: «Es una de las pocas cosas que tengo de tu abuelo». Mi abuelo murió cuando mi padre era joven, y papá atesoraba la navaja porque atesoraba a su padre.

Lectura, escritura y Jesús

¿Moisés con cuernos? Así lo describe la obra maestra de escultura de Miguel Ángel hecha en 1515. Dos cuernos le salen entre el cabello arriba de la frente.